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domingo, 13 de septiembre de 2009

1898, el fin del imperio español. La prensa gallega antes y después del "desastre". Lic. Xurxo Salgado Tejido © (Parte II)


(CONTINUACIóN)

2. LA PRENSA GALLEGA EN 1898

En esta época Galicia sacaba al mercado 130 periódicos, una cifra nada desdeñable si tenemos en cuenta que en todo el estado español se publicaban por aquel entonces 1.347 periódicos (de los que 309 eran diarios, 557 semanarios y el resto de distintas periodizaciones). Sin embargo, hay que tener en cuenta que la estadística no es nada fiable "por el carácter efímero de mucha prensa que, apenas nacida, ya desaparecía a los pocos números".
Entre los periódicos más importantes de Galicia resaltan, El Faro de Vigo (3.500 ejemplares de tirada), La Voz de Galicia (3.000), El Diario de Galicia (A Coruña, 1.500), El Eco de Galicia (Lugo, 1.000), El Lucense (Lugo, 900), Idea Moderna (Lugo, 850), El Eco de Orense, El Telegrama (A Coruña, 1.000), El Correo Gallego (Ferrol), El Ancora (Pontevedra), El Diario de Pontevedra, La Integridad (Tui, 1.500), El Eco de Santiago...
La tirada de estos periódicos es minúscula si la comparamos con la tirada de los periódicos madrileños que llegaban a alcanzar los 100.000 ejemplares, como era el caso de El Imparcial. Otros de los periódicos españoles más leídos eran El Liberal, El Heraldo, La Correspondencia de España o Abc. Muchos de ellos servían de fuente de información para la españoles más leídos eran El Liberal, El Heraldo, La Correspondencia de España o ABC. Muchos de ellos servían de fuente de información para la publicación o contraste de noticias publicadas en los diarios gallegos.

Sin embargo, serán precisamente las guerra coloniales en Cuba y en Filipinas las que hagan aumentar de forma significativa la tirada de todos los diarios peninsulares. El Imparcial llega a superar los 150.000 ejemplares en 1897. En Galicia los grandes diarios mantienen el estilo folletinesco pero añaden grabados e incluso alguna fotografía que rompen la anterior monotonía. Es el caso de Eco de Santiago, El Correo Gallego o La Voz de Galicia, que se ve obligada a aumentar las páginas y por consiguiente la información en otros campos. Esto hace que aumente de tirada. Capta a un público que busca lo popular y variado antes que lo intelectual y culto.
La prensa se hace altavoz del entusiasmo bélico que reina en todo el estado. Los editoriales se llenan de crónicas que hablan de honor, de patria, de raza, de victoria... Se crea un ambiente de tal euforia colectiva que todo el pueblo, sin distinción de clases sociales, se une en un grito común.
Ante tal dominio del oportunismo y del sensacionalismo, la Unión Republicana llega a recomendar a la prensa de Madrid que tenga cuidado en evitar todas aquellas afirmaciones patrioteras que hace para vender, porque los periódicos españoles se venden en las capitales europeas y esas afirmaciones pueden molestar. Se refería este diario a un artículo aparecido en El Imparcial en el que presentaba a España como "la última nación caballeresca".
Al otro lado del Atlántico, también los autores americanos estudiosos de la prensa han subrayado el rápido incremento del número de ejemplares al compás de las guerras hispano-cubanas e hispano-yanquis. En lo tocante a los principales diarios, el World de Pulitzer tenía a principios de 1895 una tirada diaria de 400.000 ejemplares; en abril de 1896, sumando las ediciones de mañana y tarde, la cifra superaba los 742.000 ejemplares, para a principios de 1898 totalizar 822.000. Con relación al Journal de Hearst, en marzo de 1897, contando con ediciones de mañana y noche, se llegaba a los 750.000. Ambos diarios superarían el millón durante la crisis suscitada por el hundimiento del acorazado Maine.

En los años inmediatamente posteriores al "desastre", los periódicos entran en un periodo de desorientación, de pérdida de credibilidad y de lectores. La prensa gallega sufre las consecuencias de sus propios actos. Del patriotismo inicial se pasa al pesimismo. La sociedad le da la espalda a la prensa y la considera culpable de lo ocurrido. Además, el estado español vivirá años agitados con continuas huelgas y manifestaciones que acaban perjudicando seriamente a los periódicos porque se instaura la censura gubernamental.
El intelectual Ramiro de Maeztu intentaba encontrar una respuesta a la crisis de la prensa madrileña en un artículo publicado en Nuevo Mundo, en 1905:
"No es un secreto, pues, el que descubrimos diciendo que las tiradas de los rotativos bajan, desde hace algún tiempo, lentamente e incesantemente (...) es como si a los lectores de los periódicos de Madrid les fuese acometiendo, uno a uno, un cansancio, una fatiga de prosa periodística, y uno a uno fueran dejando el diario que antes les apasionaba".
A pesar de los años de crisis, nuestra prensa logra recuperarse ya que muchos de los diarios dan un nuevo giro en su visión del mundo y del mercado. Ahora miran más que nunca para Galicia, ahí es donde está la noticia. La prensa gallega comienza a hacerse más eco entre la propia sociedad galaica que demanda a su prensa mayor información de los asuntos de su país.
En este contexto, la prensa madrileña tiene que enfrentarse a dos problemas; por un lado a un reflujo de lectores, lógico tras el interés despertado por el conflicto cubano y la guerra con los EE UU que habían disparado la tirada, y por el otro tiene que competir más duramente en el mercado provincial con la prensa local. Al comienzo del siglo XX, ningún diario madrileño puede competir en Cataluña con La Vanguardia, que inicia su espectacular despegue.

3. EL PAPEL DE LA PRENSA GALLEGA DURANTE EL CONFLICTO
CON CUBA Y LA GUERRA CON LOS EE UU

La mayoría de los periódicos gallegos, al igual que en el resto del estado, contribuyeron a crear un ambiente de euforia exacerbada. El pueblo debía defender su honor, su honra herida, primero por los independentistas cubanos y más tarde por los yanquis. Son numerosos los artículos periodísticos a este respecto. El Telegrama se dirigía de este modo al escuadrón expedicionario regimiento de cazadores de Galicia que debían partir para combatir en Cuba:
"Cazadores: Las crudezas y tradiciones de los hijos rebeldes de nuestra desgraciada España os imponen el glorioso deber de dejar siquiera sea por poco tiempo las ricas tierras en que nacisteis, surcar los profundos mares y sentar las plantas en la enemiga tierra cubana (...) Viva España y viva Galicia será siempre vuestro lema guerrero, y por España y por Galicia debéis luchar hasta morir, que muriendo en la defensa de la Patria, vuestro nombre será imperecedero y las generaciones del porvenir rendirán debido culto a vuestra valentía".

De igual manera se manifiesta El Eco de Santiago con la publicación de esta canción:

"Ve de prisa marinero
que estoy ansiando llegar,
aunque tenga que dejar
en tierra lo que yo quiero,
mi madre con dolor fiero
ve que me voy alejando,
dejo una madre llorando
pero en Cuba otra hallaré
que me grita: ampárame
porque me están insultando".
Al principio de la contienda, la prensa, con consenso, unas veces implícito y otras tácito, del gobierno, también preparó la actitud mental ante la guerra de los pocos españoles que en aquellas fechas sabían leer. Trató de mostrarle un clima desaforado de patriotismo y hasta de despreocupación. Se confiaba en la victoria, en la gran superioridad que la Historia le concedía a España.
En el país no se modificaron las costumbres habituales. En algún caso, y como método de desviar la atención éstas fueron, incluso, incrementadas y revestidas de patriotismo. Las corridas de toros, por ejemplo, con el trasfondo político y patriótico que tenían, se siguieron celebrando incluso después de consumado el Desastre. El periódico pontevedrés "El Áncora" se hacía eco de una hecho bochornoso que acontecía durante la llegada de los repatriados:
"Mientras una multitud se entregaba al júbilo frenético del sangriento espectáculo (de los toros), eran conducidos a la última morada los cadáveres de dos repatriados. Pasó el cortejo fúnebre al lado de la plaza de toros y una mujer del pueblo empezó a increpar durísimamente a los que se divertían mientras los soldados de la patria están muriendo".
Poco a poco, la euforia inicial se fue convirtiendo en desasosiego y angustia por una guerra que se alargaba más de la cuenta. A finales de 1897, cuando el nuevo gobierno de Sagasta proyecta un nuevo plan de autonomía para la isla, algunos periódicos comienzan a pedir la paz:
"Esperemos, veamos en los futuros acontecimientos que frutos alcanza la obra del Gobierno. Quiera Dios que las bienandanzas ahuyenten pronto los pesimismos de hoy y que la paz que a un subido precio queremos comprar venga pronto y con sólidas garantías de duración".
Siguiendo esta misma línea, muchos de los diarios esperan un nuevo cambio político que produzca variaciones significativas en el estatus de la isla:

"Mientras continúe en el poder el actual Gabinete, no es posible variación alguna en la política que se viene siguiendo en las guerras coloniales. Y la razón es bien sencilla, porque ni el gobierno puede exigir del país un nuevo sacrificio, ni mucho menos el país habría de acceder tan fácilmente a sus pretensiones".

Otros periódicos inician campañas a favor del fin de la guerra. Este es el caso de El Corsario, un diario anarquista coruñés que inicia una campaña de artículos que llevan por título "Abajo la guerra". Algunos de esto editoriales critican a los ricos por pagar para no ir a la guerra y ensalzan la actitud del obrero, en otros se insta a la revolución para acabar con la contienda y en otros hace un llamamiento a madres e hijos para que se revelen contra la actitud beligerante del gobierno.

Es curioso el caso de este diario que es uno de los pocos que desde el inicio del conflicto cubano adopta una postura "antipatriótica", radicalmente opuesta a la guerra y apoya la reivindicación de los independentistas cubanos. Otros periódicos seguirán en menor medida esta estela como son los diarios socialistas El proletario y El Socialista o el republicano La Unión Republicana.
En cuanto al inicio de hostilidades con los americanos, que ya se mantenían en la prensa desde el mismo inicio de la guerra contra los independentistas cubanos, la mayor parte de la prensa gallega se armó otra vez de honor, de gloria y de rabia y combatió al enemigo yanqui con artículos en los que se calificaban a éstos de cerdos, salchichones o piratas. España, por el contrario, es representada con la figura de un león, símbolo de poder y victoria:
"Con tales elementos triunfaremos: ¿no triunfaremos? Loco sería quien pensara otra cosa. El león hispano a los cerdos ha de vencer en toda línea".

"Nada de esto media entre el noble pueblo español y el abigarrado conjunto que forma el sedimento asqueroso, llamado por antonomasia pueblo norteamericano".

Sin embargo, esta cantidad de insultos no hizo otra cosa más que empeorar la situación. Provocó que el pueblo forjara nuevas ilusiones, ilusiones que pronto se troncarían tras la victoria yanqui. Fueron muchos los que no encajaron la derrota y algunos diarios bordean incluso la locura, prefieren arrasar Cuba antes de dársela a los americanos:
"Sí, arrasarla es lo único que podemos hacer ya con la isla de Cuba, que nos la roba el extranjero. Arrasarla, pasar a cuchillo a toda la población filibustera (...) Presidiarios (...) cuanto más robéis mejor (...) Exterminad a las mujeres enemigas de la patria y no perdonéis a ninguna que donde hay yeguas potros nacen".

Tras el final de la contienda llega aún lo más duro, el regreso de los repatriados. Al puerto de A Coruña llegaron un total de 30.000 repatriados heridos, enfermos, mutilados, convalecientes, muchos de ellos harapientos y medio desnudos, desembarcados a lo largo de 1896 a 1899. Es durante el final del año 98 cuando mayor número de ex combatientes regresan a casa y cuando la gente, el pueblo, se da realmente cuenta de lo inútil de una guerra echa desde el poder y para el poder. La prensa gallega en su totalidad asume un papel de absoluto pesimismo y se vuelca al igual que toda la población en la ayuda y la defensa de estos repatriados. Son sobrecogedores muchos de los artículos que por aquel entonces describían al soldado repatriado. Los diarios se referían a ellos como las "expediciones de la muerte":
"Hemos presenciado en día de ayer, el espectáculo más triste y la escena más dolorosa de cuantas ofrecieron a la vista humana los revueltos azares de la guerra (...) Fue una carga de moribundos la que ayer arrojó a nuestro muelles el lazareto: hombres de color de tierra amarilla, de torso esqueletado, de mirada de cueva, atados a la vida por el hilo de araña de lo incurable".
"Así fueron partiendo de España legiones de españoles que Cuba nos devuelve diezmados y absorbidos por la anemia y la clorosis, por la tisis y el paludismo. Esqueletos humanos vivificados por el hálito de la patria y la idea del hogar (...) ¡Qué tristeza para España!".
4. LA PRENSA GALLEGA EN LOS PUNTOS DE CONFLICTO

Con este apartado se pretende estudiar la prensa que Galicia y los gallegos publicaron en los países que por aquel entonces mantenían conflicto con el estado español, Cuba y EE UU.
El número de publicaciones en Cuba hacia 1894 se sitúa en torno a los 150, de ellos 70 en La Habana. En el periodo 1895-1898, el número de periódicos se estanca como consecuencia de la guerra de independencia; con todo, en 1898, el años de la guerra entre España y EE UU, el número de títulos en publicación supera los 120, y a ellos hay que añadir la media docena de publicaciones que editan los independentistas cubanos.

Como ya se ha dicho, de Galicia salieron innumerables emigrantes rumbo a Cuba. Muchos de ellos, pasados los años, llegarían a fundar sus propios periódicos, periódicos realizados casi exclusivamente por gallegos y de capital gallego. Victoriano García Martí escribía en su libro "Una punta de Europa. Ritmo y matices de la vida gallega":
"Galicia, con sus fuertes corrientes migratorias, mantiene viva la llama de nuestra cordialidad con las Américas".
Nuestra prensa en la isla comienza a despegar en la década de los setenta del pasado siglo. En 1878 nacía El Eco de Galicia, de Waldo Rodríguez Insua, una revista de muy larga duración, pues superará las dos décadas.

Durante la segunda guerra por la independencia de Cuba, surgen otros diarios como Follas Novas, semanario bilingüe, "científico, literario y defensor de la colonia gallega", que nacía el 6 de junio de 1897. En su número inicial se dice:

"Creemos cumplir con el más elemental de los deberes al aparecer por primera vez en las lides periodísticas. Enviamos un cariñoso y fraternal saludo a la prensa de esta Antilla y en particular a El Eco de Galicia (...) nacemos para defender, hasta donde nuestras fuerzas lo permitan, los intereses generales de Galicia en Cuba".
Este semanario comienza a salir unos meses después de que desapareciera "La tierra gallega". Esta publicación nacía en abril de 1894 y dejaba de salir en noviembre de 1896. Fue fundada y dirigida por el poeta Manuel Curros Enríquez.

La mayor parte de esta prensa se mostraría en contra de la insurrección cubana y a medida que avanza el conflicto y se alarga la guerra muchos de los diarios irán mudando de parecer. Cuando estalló la guerra de la independencia, "La tierra gallega" se manifestó abiertamente opuesto a la lucha de los independentistas cubanos. Muchos de sus editoriales atacaban a Máximo Gómez, Antonio Maceo y a otros líderes sublevados. Caso significativo es el de Juan G. Montenegro que fundara en marzo de 1892 "La Voz de Galicia" y que en 1895 se alista en el ejército español. Sin embargo, otros como "Follas Novas" no escribirán ni una sola línea en defensa del poder colonial español.
El periódico de Waldo Rodríguez Insua atacaría duramente la intervención yanqui. En uno de los editoriales de El Eco de Galicia se mofan del presidente americano MacKinley:

"Quería parir un monte y daba tales gritos que ensordecía al mundo. La expectación era inmensa. Al final parió un ratoncito (...) No se diga, mi señor MacKinley, que en su choza se grita mucho para luego salir diciendo: Estaba catando pulgas".

Después de la derrota, fue tal la indignación de muchos de los gallego-cubanos por las falsedades y mentiras del gobierno que W. Rodríguez Insua escribía:
"La patria, la gran nación española está muerta (...) Y en vano es negarlo. El hecho es tan evidente, tan positivo, tan escandaloso y claro que no necesita ser probado (...) La lucha legal, pues; es la lucha sin temores ni dudas, con el corazón decidido y entero y los ojos puestos en Dios y en la pequeña patria (Galicia), que sin grandes esfuerzos alcanzará el triunfo definitivo y total".
Otro de los grandes diarios de La Habana estaba dirigido por gallegos, nos referimos a El Diario de la Marina, firme defensor de los intereses españoles en la isla. Esta publicación estuvo durante muchos años en manos de militares procedentes de O Ferrol (importante puerto militar gallego), de ahí su conservadurismo.
Pero no solo los gallegos estarían representados en la prensa habanera. Otras minorías regionales y nacionales de origen hispánico tenían sus propios diarios como El Heraldo de Asturias o la revista vasca Laurat Bat. Ya en 1869 había aparecido en La Habana un semanario titulado El catalán.

Por lo que respecta a la prensa gallega en EE UU, es significativo la publicación en Nueva York de la revista La Crónica. Es esta ciudad un polo importante de la emigración gallega a los EE UU, de ahí que ya desde 1842, el militar coruñés Antonio Javier San Martín fundara esta publicación. Este primer director se trasladó a La Habana para hacerse cargo de la dirección de El Diario de la Marina al morir su fundador, Araujo de Lira.
Sucedió a San Martín en La Crónica el ferrolano Manuel Peña y Cajigal, a quien sustituyó, por motivos de salud, el también ferrolano José Ferrer de Couto. Éste, a la vista de las dificultades por las que pasaba La Crónica, la reemplazó por El Cronista. Al morir Ferrer, se hace cargo de la dirección un periodista de A Estrada, Ramón Verea. Verea, al hacerse cada vez más tirante la situación entre España y los Estados Unidos, sale de Nueva York hacia Guatemala y de aquí para Buenos Aires.
(Continuará)

FORMA DE CITAR ESTE TRABAJO EN BIBLIOGRAFÍAS:Salgado Tejido, Xurxo (1999): 1898, el fin del imperio español / La prensa gallega antes y después del "desastre". Revista Latina de Comunicación Social, 18. Recuperado el x de xxxx de 200x de: http://www.ull.es/publicaciones/latina/a1999gjn/80haba2.htm

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