Crée usted de que Cuba estaría mejor como:

jueves, 21 de octubre de 2010

Disidencias sobre la historia de Cuba

 Encontré este artículo en Internet y me pareció interesante y quiero compartirlo con vosotros. Fíjense en la fecha. J.R.M.

Rafael E. Tarrago. Publicado el lunes, 26 de febrero de 2001 enEl Nuevo Herald

El historiador Carlos Márquez Sterling dice en un artículo biográfico sobre el autonomista cubano Rafael Montoro (Bohemia, 6 de agosto de l950): "El gran visionario de Dos Ríos... levantó en el puño triunfante... la libertad y la democracia en las que soñaron los autonomistas a la sombra de España''. Sin embargo, la documentación histórica indica que la guerra que José Martí inició en 1895 provocó en 1898 la intervención en Cuba de Estados Unidos que convirtió a este país en un imperio y a la isla en su protectorado, y que cuando España cedió su soberanía en Cuba ya había establecido en la isla un gobierno constitucional, el sufragio universal masculino y la libertad de prensa y asociación.

La historia puede servir de escuela si miramos los hechos históricos sin apasionamientos ideológicos. De la historia universal aprendemos que nunca llegó a ser verdaderamente independiente una nación avergonzada de sus orígenes y convencida de la superioridad de un vecino poderoso. Es posible aprender de la historia de los cubanos en 1898 que más vale lo seguro que lo dudoso y que es posible que mejor sea un mal conocido que uno bueno por conocer. Lo que ha fracasado en Cuba no es el nacionalismo, sino el utopismo personalista. Desde que nos separamos de España vivimos avergonzados de nuestros abuelos españoles (ya lo estábamos de los africanos) y convencidos de que el orden y la prosperidad que admiramos en Estados Unidos se deben a la superioridad de la raza anglosajona. La república de Cuba de 1902 a 1959 no fue una nación-estado independiente, sino un protectorado de Estados Unidos donde pocos pensaron hacer algo sin la aprobación de los americanos. Los nacionalistas en esa república frustrada fueron en su mayor parte intelectuales que se confesaban impotentes. En 1959 los cubanos nos dejamos guiar incondicionalmente por un utópico carismático que entonces nos presentó como nacionalismo la promesa de que íbamos a serlo todo --la Cuba que soñó Martí--, quien finalmente ha llegado a identificar el nacionalismo con su autocracia y ha estado más interesado en entorpecer la política internacional de Estados Unidos que en hacer de Cuba una nación de ciudadanos libres con una economía próspera e independiente.

Hubo otros proyectos nacionalistas en Cuba de los cuales podemos sacar lecciones ahora que el utopismo personalista ha mostrado ser un callejón sin salida. En el nacionalismo pragmático y realista de autonomistas como Eliseo Giberga y don Rafael Montoro encontramos ideas y soluciones que podrían ser valiosas para una Cuba independiente sin apóstoles ni comandantes omniscientes. Más importante aún, las acciones de esos cubanos que en 1898 rechazaron la intervención de Estados Unidos y aceptaron la autonomía de España como un primer paso en el camino a la independencia fueron justificadas por los hechos de ese año, que mostraron que un pueblo que desea ser libre no debe esperar que otro le conceda la libertad excepto aquél de quien depende, y que más vale pedirla por la razón que arrancarla por la fuerza al costo de la autoinmolación, porque es la paz y no la guerra lo necesario para la formación de un estado de derecho moderno. Los logros en ese respecto de los autonomistas cubanos en 1898 durante su breve triunfo (frustrado por una invasión extranjera) me hacen creer que la doctrina nacionalista realista de éstos pudo ser lo más apropiado para que Cuba hubiera obtenido tal desarrollo.

Hoy en día Cuba es independiente según las leyes internacionales, pero su economía es de enclave; su sociedad, esclavista y su nivel político autocrático es similar al de Moscovia en los tiempos de Juan Grozni, a fines del siglo XVI. En términos comparativos, en la Cuba autonómica de 1898 había más vida económica (a pesar de la guerra) e importantes cambios de apertura social estaban desarrollándose (cual la implementación del sufragio universal masculino en las elecciones para el gobierno autonómico ese año, que le permitió votar a los ex esclavos africanos y a todos los afrocubanos mayores de edad). Sin embargo hay signos esperanzadores en Cuba hoy, como en 1898. El desarrollo de cooperativas de campesinos propietarios y la proliferación de asociaciones no gubernamentales da a entender que hay en Cuba una sociedad civil pequeña en número, pero independiente del gobierno.

Es posible que después de la muerte del autócrata de Cuba sus sucesores pacten con la sociedad civil y que entonces, escarmentados de los frutos del utopismo personalista, los cubanos actúen sensatamente, como los autonomistas del siglo XIX, y desarrollen una sociedad pluralista adversa a los extremos individualistas y colectivistas, y favorable a una economía autónoma. El futuro de Cuba radica en los cubanos de la isla, quienes entonces tendrán que elegir entre hacerse responsables de sus acciones (es decir, ser soberanos de sí mismos) y la tentación de atar los destinos de su patria al vecino rico más cercano.

Profesor de la Universidad de Minnesota.
© El Nuevo Herald
Copyright 2001 El Nuevo Herald

Buscar este blog