Crée usted de que Cuba estaría mejor como:

viernes, 9 de septiembre de 2011

"EN AMÉRICA, MÁS QUE HISTORIA, SE ENSEÑA MITOLOGÍA"


El embajador de Nicaragua sostiene en Cádiz que los procesos independentistas posteriores al Doce "son la raíz de las desigualdades y el atraso en Latinoamérica”
J.M. SÁNCHEZ REYES

(Foto; Augusto Zamora en el Ayuntamiento tras ser recibido por la alcaldesa.) Colaboración de un Anónimo.


Del diariodecadiz.es


El embajador de Nicaragua en España, Augusto Zamora, participó ayer en la Semana Constitucional organizada por el Ayuntamiento, pronunciando la conferencia 'Latinoamérica, 200 años después'. El diplomático desmitificó los procesos independentistas y reconoció que el Bicentenario de Cádiz se ve en América como "algo lejano".
-¿Qué puede usted contar de Latinoamérica 200 años después?
-Latinoamérica, a excepción del África subsahariana, es la región más atrasada del mundo. Me pregunté las causas mientras estados de reciente independencia como Corea, Singapur o Tailandia han alcanzado en sólo 40 años niveles de desarrollo comparables con las economías más avanzadas. Y en mis investigaciones fui a parar al periodo de las independencias y me encontré con que ahí está la raíz de muchos de los males que aún hoy siguen lastrando el desarrollo latinoamericano. Es una visión del pasado, para entender el presente y avanzar al futuro. Porque fenómenos tales como la tenencia de la tierra, la nunca realizada revolución agraria o la ausencia de desarrollo científico-técnico encuentran su explicación en el periodo de la independencia y lo que ocurrió en la década subsiguiente.
-Usted ha señalado en más de una ocasión que es un mito que las independencias americanas liberaran a los pueblos de sus opresores.


-Es una absoluta falacia que no se sostiene en investigaciones históricas. Para las poblaciones indígenas la independencia fue una auténtica tragedia, porque guste o no, las leyes de Indias desarrollaron un primer sistema de derechos humanos en que a estos pueblos se le reconocieron territorios, idiomas, derechos a vivir bajo sus culturas y hasta los evangelizadores tenían que aprender las lenguas de estos pueblos. Todo eso fue desbaratado por las oligarquías que tomaron el poder. Al destruirse esas leyes, los indígenas quedaron desamparados y los terratenientes se lanzaron sobre sus tierras, antes protegidas por la corona. Ahora, en América latina, encontramos una gran paradoja: los pueblos indígenas andan buscando las cédulas reales que les reconocían sus territorios. Esta es la demostración más palpable de que las leyes de Indias fueron un sistema mejor para los indígenas que lo que vino después de la independencia. Por otra parte, las oligarquías, profundamente reaccionarias, establecieron un sistema de estado en el que la riqueza era todo para ellos y nada para los pobres. Ese es el origen de la desigualdad que hoy tenemos en Latinoamérica.
-¿Dónde dejamos entonces a los libertadores y sus leyendas?


-El problema es que los llamados libertadores han sido deificados y tocarlos es un sacrilegio en muchos países. Pero como en Nicaragua no hubo libertador, yo no tengo la cárcel mental de tener que reverenciar a nadie. Esa visión es lo que me permite ver lo que en otros países se consideraría una herejía o acto de traición. Por lo tanto, nadie se atreve a tocarlos. Como ejemplo, en Méjico se reverencia a Hidalgo y Morelos como libertadores. Es falso. Ellos encabezaron un movimiento popular aplastado por Iturbide. Ellos fueron ejecutados. En 1818 el movimiento independentista en Méjico había desaparecido. Y quien proclama la independencia es el mismo hombre que aplastó el movimiento de independencia, Agustín de Iturbide. Pero en Méjico no hay monumento a este hombre. Les da vergüenza porque Iturbide era realista, borbónico, ultramontano y ultrarreacionario. Por ese digo que América, más que historia se enseña mitología.
-¿Cómo se ve en Nicaragua la celebración del bicentenario de las Constitución de 1812?.
-Tanto en Nicaragua como en bastantes países americanos se ve como algo lejano porque se borró el periodo colonial después de la independencia. Allí se aprende la conquista y la independencia, y es muy poca gente la que conoce realmente qué pasó en Cádiz y que aquí vinieron diputados nicaragüenses. Una de las tareas necesarias es un proceso de reconocimiento de la historia fuera de mitos buenos y de mitos malos. Hay una parálisis histórica en Nicaragua y si para algo sirve el bicentenario es para reconocernos.


-¿Qué opinión le merece la polémica de la desclasificación de los documentos del gobierno de Estados Unidos filtrados por la web Wikileaks?
-En la cuestión política, las relaciones entre estados no se guían por estas polémicas. Para nada. Los intereses de los países siguen siendo los mismos y las relaciones con Estados Unidos no van a cambiar. En lo histórico, es una delicia para los historiadores porque no se van a matar esperando años a que desclasifiquen los documentos porque ya están ahí. En términos de anecdotario es otra delicia. Pero esto conviene desmitificarlo porque los informes que hace una embajada de un país tienen que responder a los intereses de ese país y expresar su opinión sobre la situación del mismo, independientemente de que pueda gustar o no al gobierno. De lo contrario, nos salimos de la diplomacia y la política para entrar en puro campo de cortesías y memeces donde uno se tiene que abstener de que en un momento dado está ocurriendo algo. Ese es el trabajo de las embajadas.


-¿Se va a ver afectada con este escándalo la opinión que los países latinoamericanos tienen de Estados Unidos?
-No, sobre todo porque para Latinoamérica cada vez es más importante lo que opina China que lo que dice Estados Unidos. Todo nuestro crecimiento económico y gran parte de nuestro futuro está en Asia. Y eso no lo cambia nada.

SOBRE ALGUNOS COMENTARIOS. POR JOSÉ RAMÓN MORALES


 ( Foto de Internet )

 Hoy quiero referirme a ciertos comentarios que he leído en diferentes Sitios de Internet. Se  dice que estoy parcializado hacia  los autonomistas y que por lo tanto muevo la balanza hacia ellos y además que denigro a los mambises. No lo oculto, mi interés es darle a los autonomistas el lugar que merecen en la historia. Hasta yó, que he escrito tanto sobre ellos, a veces se me olvidan sus nombres, no hay una Estatua de ninguno de ellos, ni un pequeño monumento, nada, los cubanos ni siquiera saben quienes eran, ni que hicieron por Cuba. Tenemos el Monumento al Maine en pleno malecón habanero, sin embargo de los autonomistas nada, por eso tengo que hablar de ellos. 

 En cuanto a que a veces me expreso de una forma un poco o bastante dura sobre la actitud de los mambises, es porque los hechos me lo demuestran. Si alguien después de haber sido derrotados en la manigua, es capaz de dar la orden de quemar todo su pueblo (leer resultado) como lo hizo Carlos Manuel de Céspedes en Bayamo, tiene todo mi repudio, si hubiese quemado el cuartel militar lo comprendo, pero no las casas y negocios de personas inocentes que estoy seguro que por mayoría no estaban de acuerdo y que se tuvieron que ir para el monte sin nada, mujeres, ancianos y niños, ¡Con amigos como esos, no hace falta tener enemigos!. Para los que lo apoyan, les pregunto; ¿Para quitarse la dictadura de los Castro, fueran capaces de sacrificar, que les quemen sus casas con todo, sus negocios y después irse para el monte con sus familias, sin nada? Quiero que mediten sobre eso y lo vivan en carne propia en sus pensamientos y después me responden ¿Cómo se sentirían con la persona que dió la orden de destruirles todo?. Lo que no queremos para uno, no lo podemos desear por para otros. Claro que el pueblo de Bayamo tenía que tener mucho miedo de esos mambises. Seguro que nadie iba a expresar nada. Los mambises fueron asesinos, no todos por supuesto, pero cometieron muchos actos salvajes. Por eso en la Guerra de los Diez Años, no pudieron tomar ninguna ciudad importante, pues no los querían y no tenían apoyo. Al terminar la guerra las personas, los mismo amigos les criticaban muchísimo por enlutar la Isla y traer miseria y destrucción, al punto que algunos no quisieron pelear más y otros se convirtieron al autonomismo, como Marcos García (leer aquí)

 Yo soy una persona de paz, creo que a veces es mejor esperar aunque nos duela la espera, antes de sembrar la isla de cadáveres, por eso me duele la Tea Incendiaria llevada a cabo por los mambises de 1895 al 98. Destruyeron la economía próspera de la Isla, quemaron los sembradíos tanto de caña de azúcar, como café, tabaco, cítricos, en fin, todo, mataron las reses, quemaron los ingenios y Máximo Gómez dió la orden que matar a todo aquel que siguiera trabajando en un ingenio azucarero, destruyeron los ferrocarriles, telégrafos, quemaron fincas, pueblos etc. y trajo una hambruna extrema pues destruyeron la economía (leer aquí). Yo condeno la Tea Incendiara, sea por los mambises, por los Castro o por Exilio si así lo hiciera. Pienso que hay que cuidar lo que tenemos sea poco o mucho, eso es lo que vamos a recoger. El destruir un puente, ya es demasiado, nos va a costar mucho la reconstrucción, el quemar un edificio histórico puede ser una pérdida irreparable. No me digan que eran otros tiempos, pues mentes tan brillantes como la de José Martí, bien podía visualizar sus resultados y por amor a Cuba oponerse a ser destruida. Le dieron la oportunidad que liderear el Partido Liberal Autonómico y con sus discursos tan bonitos, pudo haber logrado mucho, sin tener necesidad de ir a esa guerra sangrienta que dividió el país y nos convirtió en colonia de EEUU.

 Por todo esto, seguiré luchando, porque a los autonomistas cubanos se les dé el lugar que les corresponde, además, por la vuelta a la Patria España, de donde nunca nos debieron separar. Por cariño, porque son los nuestros, porque solos somos ingobernables, porque nos conviene a todos, porque somos españoles aunque no lo sepamos. 

¡Viva Cuba Española!, ¡Viva España! 

LOS AUTONOMISTAS Y LA GUERRA DE MARTÍ


Foto de Bed in Cuba

Rafael E. Tarrago / El Nuevo Herald, marzo 17, 2003.


Una colaboración de Anónimo


Desde hace años, la ideología y la actuación de los autonomistas que rechazaron la guerra en Cuba en 1895 decretada por Martí han sido reevaluadas positivamente por historiadores desapasionados. En 1971 Hugh Thomas publicó su libro sobre Cuba, en el que concluye que la autonomía concedida por España en 1898 hubiese sido la mejor vía para que Cuba llegase a ser verdaderamente independiente. Su tesis fue corroborada por J. M. Oglesby en artículo publicado por la revista The Americas en 1992. En Cuba ya Raimundo Menocal y Cueto había llegado a esa conclusión en 1947, cuando publicó en La Habana su obra de dos volúmenes Origen y desarrollo del pensamiento cubano, donde dice que las reformas descentralizantes concedidas a los cubanos en febrero de 1895 llamadas la Ley Abarzuza eran el principio del fin de la dominación española y hacían la guerra de Martí un conflicto innecesario. Desde 1878 Cuba no estaba bajo estado de sitio y para 1895 gozaba de libertades civiles como asociación, expresión y movimiento. La guerra de Martí cambió todo eso.

En un principio la rebelión de febrero de 1895 no encontró mucho apoyo, y los desmanes de los mambises en su invasión del occidente (como cantaban en su himno invasor, ''Cuba se acaba o redime, incendiada de un fin a otro fin'') causaron una reconcentración de campesinos antes de que el general Weyler fuese enviado como gobernador en 1896 con sus notorios bandos de reconcentración de los campesinos de occidente.

En su libro Facts and Fakes about Cuba (Nueva York, 1897), George Bronson Rea lo corrobora. El periodista afrocubano don Martín Morúa Delgado condenó en sus inicios la rebelión, negando el infundio de que era una guerra de negros en su periódico La Nueva Era el 6 de junio de 1895.

De los desmanes de los rebeldes sabemos por su propio testimonio. Ese es el caso con Aníbal Escalante Beatón, asistente del general Calixto García, quien ufano compara las hazañas de sus compañeros en armas a las campañas de Atila y sus hunos en el imperio romano en su libro de memorias de la guerra Calixto García: su campaña en el 95 (La Habana, 1946). En una carta al coronel Andrés Moreno desde Sancti Spiritus el 6 de febrero de 1897, Máximo Gómez, el Generalísimo, narra cómo durante su campaña de incendio y destrucción ''cuando la tea empezó su infernal tarea y todos aquellos valles hermosísimos se convirtieron en una horrible hoguera, cuando ocupamos a viva fuerza aquellos bateyes ocupados por los españoles, aquellas casas palaciegas, con tanto portentoso laberinto de maquinarias... hubo un momento que hasta dudé de la pureza de los principios que sustentaban la revolución... Mas... cuando puse mis manos en el corazón adolorido del pueblo trabajador y lo sentí herido de tristeza... tanta miseria material... entonces yo me sentí indignado y profundamente predispuesto en contra de las clases elevadas del país y en un instante de coraje... exclamé: bendita sea la tea''. (Máximo Gómez, Ramón Infiesta, p. 180).

El gobierno español perdió fuerza moral y provocó apoyo hacia los rebeldes con su represión bajo Weyler, pero autonomistas como Rafel Montoro tenían motivos para dudar que los rebeldes eran hombres capacitados para fundar una Cuba independiente que no fuera una copia de las repúblicas militares de Centro y Suramérica. Es probable que se dijeran que para militares bien se podían quedar con los españoles, a quienes siempre se podía sacar por medio del gobierno de Madrid. Y tenían razón, porque militares fueron tres de los cinco primeros presidentes de Cuba (José Miguel Gómez, García Menocal y Machado) y de los civiles el honesto Estrada Palma fue impuesto por el Generalísimo Gómez (y el gobernador angloamericano Leonardo Wood) y el presidente Zayas fue deshonesto a un grado mayor que sus predecesores o sus sucesores.

Es curioso que autonomistas como Montoro y Eliseo Giberga eran respetados en el campo rebelde. A Montoro no lo consideraba traidor a la patria el teniente coronel Villuendas, quien en su campamento de Las Villas en 1897 le dijo a Orestes Ferrara que Montoro sería uno de los hombres de importancia en la República por su talento y equilibrio mental. (Ferrara: Mis relaciones con Máximo Gómez, 1942). Eliseo Giberga fue diputado a la convención que redactó la primera constitución. Intelectuales separatistas como Sanguily y Varona mostraron el mayor respeto por su integridad y patriotismo, quizás porque sabían que en 1895 la idea de una república independiente estaba representada en menos de la tercera parte de la población (así era en 1898, como Frank Fernández dice en La sangre de Santa Agueda, Miami, 1994).

El hecho es que en octubre de 1897 Weyler fue relevado de su mando y el mes siguiente Cuba recibió la autonomía y se estableció en ella el sufragio universal masculino. En su artículo Race, Labor, and Citizenhip in Cuba: A View from the Sugar District of Cienfuegos, 1896-1909, revista HAHR, 1998 (pp.687-728), Rebecca Scott admite que hubo participación popular en las elecciones del gobierno autonómico cubano en abril de 1898. En 1905 el veterano del Ejército Libertador Enrique Collazo decía en Los americanos en Cuba que el gobierno autonómico había sido un ensayo beneficioso para Cuba y los hombres que lo plantearon hicieron cuanto bien pudieron. En palabras de Collazo, "la guerra en el intervalo de su mando cambió de aspecto, humanizándose todo lo posible... los reconcentrados encontraron en ellos verdaderos protectores... y al volver a sus hogares, en su mayoría pobres, pudieron tener la satisfacción del deber cumplido’’.

Desafortunadamente, Máximo Gómez y Calixto García, en vez de pactar en 1898 con sus compatriotas autonomistas, cooperaron con el gobierno de los Estados Unidos en su guerra contra España. Así se dio el caso irónico de que la guerra que Martí organizó y comenzó para obtener la independencia completa de Cuba causó la destrucción y la enajenación que tres años más tarde entregaron ésta atada de pies y manos a los Estados Unidos.

Bibliotecario iberoamericanista de la Universidad de Minnesota, Minneapolis.

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